Estación Nómada
Desde el 23 de octubre 2024 hasta el 23 de marzo 2025
Comisariado Isabel Tejeda
La presentación del catálogo tendrá lugar el martes 28 de enero a las 19 h. En el ECA - Espai d'Art Contemporàni El Castell.

 

Estación Nómada de Nuria Rodríguez
La expedición “Estación nómada” propone una reflexión en torno a dos ideas: el acto de mirar en constante movimiento y los mecanismos inventados para clasificar y compilar el mundo. Cuando uno sale al encuentro de las cosas, sin el afán de dominarlas, someterlas o controlarlas, sino con la intención de aproximarse para escuchar, aprender, comprender, no parece que sea del todo necesario establecer un sistema de apropiación hermético o cerrado, sino que sería más oportuno fomentar un “ars combinatoria” entre lo encontrado y lo guardado para provocar una mirada disruptiva, una mirada fluctuante que reflexione sobre nuestras maneras de “habitar” el medio natural.
 
Este proyecto comisariado por Isabel Tejeda muestra pinturas, audiovisuales y rocas recolectadas. Cada una de las salas, distribuye el hilo conductor de la propuesta expositiva a partir de las siguientes cuestiones: ¿Quién ha podido mirar y observar el mundo?, ¿Qué significa pensar y pintar desde una Estación Nómada? ¿Es un lugar real o imaginado que sustenta la incertidumbre de que quien observa? ¿Por qué es necesario crear patrones para clasificar y domesticar “lo natural”?
 
Las historias de mujeres exploradoras, que además escribieron diarios de viaje o cuadernos de campo, son menos comunes, pero, aun así, algunas desafiaron las convenciones de la época financiando sus propios viajes y vistiéndose como hombres para unirse a las expediciones científicas. Ese fue el caso de Jeanne Baret, amante del naturalista Philibert Commerson, quien se enroló "disfrazada" a bordo del barco Étoile capitaneado por el Conde de Bougainville, convirtiéndose en la primera mujer en circunnavegar el mundo.

Un collage audiovisual muestra las expediciones de exploradores y aventureros hacia la Antártida que fueron filmadas a principios del siglo XX. Frente a ese registro de la acción, se muestran obras que hacen referencia al trabajo de naturalistas como Anna Atkins, Marian Sybilla Merian y la geóloga Florence Bascom, así como los acercamientos literarios sobre la naturaleza realizados por mujeres como Emily Dickinson, Clarice Lispector o María Zambrano.
 
Observar la naturaleza ha significado para nuestra especie, no solo desarrollar la capacidad para nombrar y registrar sus formas, sino también, imponer fronteras, trazando líneas entre lo orgánico y lo inorgánico, lo natural y lo artificial. A lo largo de los siglos, hemos producido discursos que nos distancian de lo que percibimos, como si fuéramos ajenos a esa misma naturaleza que pretendemos desentrañar. El Conde Buffon, director del primer Museo de Historia Natural, lo expresó de este modo: “El discurso de la naturaleza no es más que la naturaleza transformada en discurso”. Así surgieron las taxonomías y nomenclaturas, los archivos y sus clasificaciones, los recopilatorios y los límites dibujados.
 
¿Por qué coleccionar todas las rocas, todas las plantas, una y otra vez?